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lunes, 18 de julio de 2011

SUSPIRO NOCTURNO


Era muy tarde y a diferencia de otras noches, el sueño aun no me otorgaba el exilio, mi mente divagaba en los recuerdos, momentos que pudieron ser fuente de inspiración, pero que se convirtieron en ideas vagas que al ser concebidas eran grandiosas pero al intentar pasarlas al papel estropeaban la realidad.
Rescaté el último pensamiento que tuve antes de despedirnos, no surgió en mi cabeza, surgió en sus taciturnos ojos, esos cuyo color aun no comprendo, de cuya mirada no puedo desprenderme en las noches húmedas de insomnio.
¡Palabras, palabras, palabras!, ¡besos, besos, besos!, ¡miradas, miradas, miradas!, pensé: “las musas si existen” y la mía estaba representada terrenalmente en el cuerpo de un hombre. Digo “musa” porque en muchas noches de bohemia era él quien me inspiraba felicidad, era como una música indescriptible que se metía a lo más recóndito de mi alma… pero pronto se desvanecía, la música dejaba de sonar, la musa se evaporaba como el alcohol que nos habíamos bebido con pasión y el dolor de un adiós inesperado llegaba súbitamente borrando mi sonrisa.
Ahora, la felicidad se ha evaporado como el perfume, tan solo en un suspiro.

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